¿Qué son las Autolesiones?... ¿ Y tu te has autolesionado?...por: Psic. Edith Ledesma Martínez.

Sólo se escuchaba el segundero del reloj de pared en la habitación contigua. Con su compás perfecto y armónico, como latidos del corazón palpitando dolor, ignorando si coexistía el miedo, el rencor, la incertidumbre.

La experiencia de la corporalidad era un grupúsculo de células suspendidas en el tiempo y el espacio que flotaban en un abismo, imposibles de contener por los métodos tradicionales: el alcohol, la ignominia, la sedación del cannabis, los excesos, los arrebatos y el enojo… la traición al sí mismo…

Como cómplice la media luz, suficiente para observar con embeleso por dónde escurriría la lava incandescente de rojo frenético que bañaría un muslo, la cara interna de un brazo o cerca de los tobillos… con la piel turgente, hinchada y liberada por una navaja, tijeras, trozos de un espejo o lo que sea que permitiera punzar o desgarrar lugares no evidentes a los ojos de los demás.

Porque el fin no es hacerse notar o llamar la atención de los otros, la acción lleva como meta el alivio al dolor, el dolor emocional que infectado se transforma en sufrimiento, ese que cree que no tiene voz. La válvula de presión abierta, enrojecida, sangrante y oculta en lo inerte de la noche y del tic tac del reloj.

Distrayéndose la atención del foco de laceración en los sentimientos, mirando y sintiendo cómo el umbral de los algoceptores es alcanzado al límite por el dolor físico, para soportar, para continuar…sin la menor intención de morir; no es un acto pre-suicida, por el contrario se quiere seguir…aunque se muere en vida, viviendo en el dolor.

Quien sufre, quien se autolesiona, lleva a veces muchos años justificando y mintiendo, lastimando y curando sus propias heridas al tiempo que los conflictos internos lejos de resolverse sólo cambian de nombre, trastornos alimentarios, adicciones, relaciones destructivas… sin que nadie lo advierta, enmascarando el testimonio corporal de un sufrimiento que no encuentra otros mecanismos de salida. Cortarse, desgarrarse, rasguñarse, quemarse con la suficiente intensidad para causar daño en los tejidos altera ese estado emocional imposible de manejar, porque ni siquiera se tiene claridad de lo que es tan insoportable, ni siquiera se goza pero se recurre al dolor físico para no enfrentar ese inmenso dolor emocional agobiante.

No existe en la actualidad la categorización de este comportamiento como enfermedad mental en los documentos que norman la práctica médica clínica, aún es considerada como un síntoma que corresponde a otras enfermedades claramente descritas. Las autolesiones se clasificación en dos grupos: Las Psicóticas que se dan en los trastornos esquizoafectivos, alucinatorios, delirantes y la esquizofrenia, su base es el hecho de que el pensamiento y la realidad están distorsionados, los sujetos se autolesionan “por mandato de Dios”, para ofrecer su carne, por tener insectos en el cuerpo, etc.

Su tratamiento se enfoca hacia el control de la psicosis con lo que se incidirá consecuentemente en las autolesiones como síntoma. Las Orgánicas se presentan en el retraso mental y el autismo, como parte de comportamientos estereotipados en búsqueda de auto estimulación sensorial y como medio alterado de la comunicación; por ejemplo: cuando el sujeto quiere evitar que alguien haga algo o que deje de hacerlo se autolesiona. Existen muchos casos de autismo con niveles de inteligencia superiores al promedio pero sus habilidades interpersonales y de contacto, son primitivas.

Como eventos relacionados a las posibles causas se encuentra al abuso emocional asociado con la invalidación de las emociones y los sentimientos del niño, negación del enojo y sus manifestaciones como llorar, gritar, aventar cosas, la descalificación a su ser interno como ente activo que responde a su mundo, se le dice que no es cierto lo que siente, que es incorrecto, que no debe vivir su evento privado de miedo, enojo, angustia, etc. Por otra parte no hay datos consistentes acerca de las características sociodemográficas como sexo, nivel socioeconómico, edad (aunque la mayoría de los casos inician en la preadolescencia), ni de etiología consistente de traumas psicológicos definidos, etc.

Respecto a la neuroquímica de quien se autolesiona, se ha encontrado que existe relación entre los niveles de serotonina (neurotransmisor) y la presencia de autolesiones. Niveles normales de serotonina permiten la expresión del enojo y la agresión sin que sea necesariamente punitiva; niveles bajos de serotonina se relacionan con depresión y suicidio, eventos incontrolables de ira, estallidos y ausencia de autocontrol de las reacciones emociones, autoagresión y autolesión.

Escasamente el que sufre llega a consulta por cortarse y mutilar su propio cuerpo, si se acerca o “lo acercan” como sucede generalmente a terapia es debido a otros comportamientos disfuncionales. La habilidad clínica y el proceso terapéutico se conjugan para el descubrimiento de esta conducta cada vez más frecuente en nuestros jóvenes. Pero no es autolesión cuando se lastima el cuerpo por placer sexual, tatuajes, por pertenecer a grupos o por identificación, traer marcas en la piel por moda como cuando se adoptaba ser “emo” o tener un amigo homosexual para estar “in”. No es autolesión cuando se recurre a las lastimaduras corporales para lograr la identidad, tan difícil de estructurar en nuestros días.

¿Qué podremos cambiar en nuestro mundo para favorecer la expresión y contención del dolor, la ira, la frustración e insatisfacción en tiempos donde se están cerrando las posibilidades de estimulación sensorial, minuto tras minuto, tal vez de ese reloj de la pared de la habitación contigua, que acompaña a quien espera el silencio y la oscuridad de la noche para gritar sus sufrimientos a través de una navaja?

Libérate de las dudas: lee, investiga, la literatura existe la wikipedia también, pregunta, piensa y recuerda: ama como si no existiera mañana…

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