Al menos 156 personas murieron, mil 80 resultaron heridas y mil 434 fueron detenidas el domingo en enfrentamientos entre la población musulmana uigur y las fuerzas de seguridad chinas en la región occidental de Xinjiang, informó el comité regional del Partido Comunista de China (PCCh).
Unos 20 mil soldados, policías, fuerzas antiterroristas y miembros de diversos cuerpos de seguridad fueron desplazados a la región, según fuentes oficiales.
La región autónoma china de Xinjiang es desde hace décadas una zona de tensión étnica entre la población musulmana autóctona -principalmente uigur- y la china Han, que domina el gobierno regional y que realiza una política de colonización.
Según dijo ayer Li Yi, director del departamento de propaganda del comité regional del PCCh, "los interrogatorios de los sospechosos ya comenzaron" pero aún se busca a otros 90 presuntos responsables.
El jefe de la Policía, Liu Yaohua, informó que los muertos, algunos en hospitales y otros en las calles, son 129 hombres y 27 mujeres.
"La Policía estrechó el cerco de seguridad en el centro de Urumqi en instalaciones clave como centrales eléctricas y de producción de gas" (Xinjiang es rico en recursos energéticos y suministrador de gas de la región de Shanghai, capital industrial del país), dijo Liu.
Más de un centenar de agentes locales especializados en diversas etnias que habitan la región fueron trasladados a la capital de Xinjiang para ayudar en los interrogatorios de los sospechosos.
Según la policía, existían planes de extender las protestas a las ciudades históricas uigures de Kasghar, Aksu.
Las cifras oficiales de fallecidos por las protestas es la mayor tras una intervención militar en China desde los acontecimientos del 4 de junio de 1989 en Tiananmen, cuando el Ejército mató a cientos de estudiantes pro democráticos en Pekín.
El Gobierno acusa a los uigures, de etnia turcomana, de provocar los disturbios, y responsabiliza a una de sus líderes en el exilio, Rebiya Kadeer, candidata al Premio Nobel de la Paz en varias ocasiones, pero los uigures culpan al Gobierno chino de reprimir una protesta pacífica con una "violencia feroz".
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