jueves, 16 de julio de 2009

300 días de sobrevivencia en una isla acompañado de un puerquito y su navaja.


Un aventurero suizo decidió aislarse por este lapso y sobrevivir sin comida o techo como un reto al estilo de vida moderno .

Con tan sólo un par de cuchillos y un puerco bebé como compañía, un aventurero suizo permaneció solo en una isla desierta del Pacífico durante 300 días.
Sin embargo, no se trató de un viajero que quedó desamparado en este lugar por error. Xavier Rosset decidió aislarse por este lapso y sobrevivir sin comida o techo a manera de reto al estilo de vida moderno.
El lugar de su elección fue Tofua, una isla volcánica de 64 kilómetros cuadrados de extensión en donde además de puercos, sólo hay cocos, lagos y bosque tropical, según publica The Daily Telegraph.
Su equipaje consistió tan sólo en una navaja suiza, un machete y una videocámara para filmar su aventura de 10 meses, de la que realizarán un documental este año.
La misión que se impuso fue tratar de reaprender las habilidades naturales de supervivencia que la gente citadina ha olvidado por tanto tiempo.
"Al principio fue muy difícil. Tuve que encontrar comida, construirme un techo, aprender a pescar, todo".
Durante los primeros dos meses de su travesía Rosset perdió casi 18 kilogramos de la grasa corporal que había estado almacenando previo al proyecto, y fue hasta que descubrió la forma de atrapar a los cerdos salvajes de la isla cuando pudo mantener su peso estable.
En ese proceso fue que consiguió a su único "amigo" en la isla: el puerquito bebé.
"No me lo pude comer porque no tenía suficiente carne, así que lo llevé conmigo y se quedó durante tres meses. Era como un perro y me seguía a todas partes", señaló.
El aventurero asegura que no fue sino hasta que cumplió ochos meses en la isla cuando al fin pudo sentir algo de paz, pues desde su llegada su estancia era demasiada complicada por todas las carencias a las que no estaba acostumbrado.
En un blog en el que narró sus experiencias, dijo que después de ese tiempo "pasaba la mayor parte del día sin hacer nada, mirando al enorme océano o a las mariposas del lugar. Ya tenía suficiente comida, así que se puede decir que me sentía como en mi hogar".

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