El agua que se consume en la ciudad contiene contaminantes más peligrosos que las heces fecales, por lo que el gobierno capitalino y la Secretaría de Salud federal mantienen una disputa.
El 75% del agua que se consume en el Distrito Federal se contamina con sustancias que a largo plazo pueden provocar cáncer, enfermedades degenerativas del cerebro y otros órganos del ser humano, según estudios realizados por especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Este problema se deriva de la forma en la que se extrae el líquido de los mantos acuíferos, que equivale a 300% que llega a los capitalinos, de otras fuentes de abastecimiento independientes al Sistema Cutzamala.
En su camino hacia la superficie —ya que se llega a extraer hasta a 450 metros de profundidad—, el agua de los mantos acuíferos adquiere concentraciones de compuestos como manganeso, arsénico y cromo.
El manganeso es uno de los compuestos más peligrosos pues se ha identificado como sustancia neurotóxica que puede dañar el cerebro con el paso de los años, explicó Joel Carrillo, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM.
El arsénico es un elemento que daña la piel y puede afectar los órganos internos.
De acuerdo con el doctor Carrillo, la contaminación se debe al método de extracción de las aguas profundas, pues la construcción de pozos para obtenerla no contempla los cambios que va teniendo el subsuelo durante los 25 años de vida útil.
En pruebas realizadas en delegaciones como Gustavo A. Madero se encontró que las concentraciones de sustancias como hierro y manganeso se multiplicaron 900% durante 20 años de operación de un pozo para extraer agua.
A decir del investigador, los procesos de potabilización del líquido no ayudan a disolver del todo la concentración de las sustancias nocivas para la salud, pues la construcción de plantas de tratamiento se planea en base a los datos obtenidos cuando se construye un pozo y no a los cambios que va a tener el suelo que ocupa durante los 20 o 25 años que se encuentre en funcionamiento. Estudios realizados en el Distrito Federal y ciudades con un sistema de pozos de absorción similar, como San Luis Potosí y Aguascalientes, incluso demuestran que la explotación del acuífero incrementa la temperatura promedio del agua en 15 grados centígrados en dos décadas.
Actualmente, la UNAM estima que la delegación Iztapalapa es una de las zonas en las que el agua del subsuelo tiene mayor concentración de sustancias como el manganeso.
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