lunes, 20 de agosto de 2012

La guerrera, Pie Oscuro, Noveno capítulo.

“El reencuentro”
Por: Alba Gri.

Pie sintió una mano sobre su hombro y una voz que susurrando le decía:
- Querida, hoy saliste más temprano -
  Giró su cara para ver quien era.

- El joven se río y dijo: perdón, eres igual a mi esposa, aunque pareces más joven...
- ¿Hablan de mí?-
- Hola querida hermana, has tardado mucho en encontrarme. Pronunció Joan Elaine con una carcajada pero con voz firme y calida, que bajando apresuradamente del caballo y vistiendo uniforme militar se apresuró a abrazar a Pie, quien le responde con una enorme sonrisa, diciendo:
- A veces es mejor tarde pero llegar a destino, nunca diste una señal, pero conociendo tu fuerza y espíritu, estaba segura que estarías bien. -
Joan Elaine tomó a su hermana de las manos, y casi arrastrándola la llevó presurosamente por un camino lateral bastante pedregoso, doblando hacia la derecha donde a lo lejos se veía un antiguo castillo abandonado, rodeado por una fosa de agua y en la cima de la torre semidestruida estaba parada la gran bestia a la que Pie había herido. Joan sacó su espada y la clavó en la tierra, al clavarse pudo observarse una luz que se emanaba del cuello del animal que automáticamente se alzó en vuelo llegando al lado de las dos jóvenes guerreras.

Pie miró atónita tal comportamiento, ese gran Dragón respondía a las órdenes de su hermana, quien con ternura acarició la cabeza de éste como si fuera un animal domestico, al mismo tiempo le hablaba en un idioma extraño y con una dulzura impresiónate, ala cual el animal parecía entender, de su garganta colgaba una cadena con un gran dije en forma de ojo con una piedra central de topacio que se mantenía iluminado, la misma que llevaba en su espada Joan Elaine, quien dijo:

-Vez hermanita, es inofensivo con las personas que él ama, solo debes demostrarle respeto y cariño, ya te contare con más tiempo nuestra historia. -
- Así parece ahora contigo, pero es igual a la bestia que mato a nuestra hermana, según me dijo la abuela, replicó Pie.
Joan lanzó una carcajada y enfundando su espada tomó a su hermana de la mano y le dijo:
- Ven te llevarás la sorpresa de tu vida. –

Retomaron el camino, pero ya encaminándose hacia la calle principal donde se ven las ferias de artesanos y comestibles, los aldeanos reverencian a su reina, regalándole canastas con flores y esencias perfumadas.

Llegaron a un edificio de construcción humilde con un gran patio, con plantas de flores y algunos animales domésticos deambulando por él, se acercaron a la puerta de entrada donde había muchos niños riendo felices escuchando atentos a una jovencita, que les leía.

Tres pequeños se levantan y le dicen:

- Tía, tía, mamá, ya volvió y corrieron a los brazos de Joan, la maestra sentada, alza la mirada viendo que Pie palidecía cayendo de rodillas a su lado y con voz temblorosa entre llanto la abrazó susurrando diciendo :

- ¡Por Dios!
 ¡Es un milagro!
¡Alatex estas viva!

Las tres hermanas se abrazaron ya que por primera vez después de tanto tiempo estaban juntas.

Esa noche se preparó una gran fiesta de máscaras en honor a las tres jóvenes hermanas. El salón principal estaba decorado con flores y guirnaldas; sobre la chimenea colgaba el gran escudo de la alianza que consistía en la unión de cuatros tribus representadas en cada cuarto y junto a este su arma representativa: al noroeste la figura del dragón, con la espada del ojo de topacio; al noreste, un pitufo a caballo con el ariete de oro; al sudeste un ave negra, con el arco decorado con tres rubíes facetados en forma de estrella y la flecha; y al sudoeste por un lobo gris, con su espada adornada con tres estrellas de diamante y un zafiro negro representando a la luna.

En la entrada de la sala había un gran arco cubierto de rosas rojas y blancas en donde un sirviente anunció el personaje que entraba, se escuchó la voz del joven decir:
- Princesa Pie, hermana menor de su alteza, representando a los aliados del Sur, portadora del arco de Rubí y de la espada de zafiro.-
Se escucharon aplausos, voces murmurando, y el sonido de la música dando comienzo al baile.
Entró Pie, vistiendo un hermoso traje de noche de color rojo adornado con un collar y aretes de zafiros negros que hacían juego con sus hermosos ojos. Llevaba el pelo recogido engarzado por pimpollos de rosas rojas. Este atrevido atuendo poco usual para Pia o Pie como la conocían sus compañeros de armas, dejaba a la luz su marca de nacimiento en su hombro izquierdo el cual que consistía en tres estrellas que rodeaban a la luna, en el mismo lugar donde fuera herida aquella noche por ese lobezno. Pie se sentía más temerosa que en una batalla, todos querían acercarse a hablarle, hasta que la rescató de ese gentío, el mismísimo rey Aníbal, su cuñado, llevándola a bailar al centro de la pista que pronto se la entregara a su sobrino menor Xac tercero. Y así siguió bailando con cada caballero que se lo pidiera. En esos momentos se le acercó un hombre de traje negro y de buen porte. La manera de cómo sus ojos miraban los de ella atravesando las mascaras llamó su atención y juraba que ese perfume le era conocido. Sintió un cierto nerviosismo en ese caballero como si quisiera decirle algo, pero una mano sobre el hombro de aquel hombre misterioso hizo que este se apartara, partiendo de inmediato hacia el jardín. Pie giró para ver quien era su próxima pareja de baile y muy asombrada sonrió complacida pues era su amigo el Duque Sant, que otra vez venía al rescate, solamente que esta ocasión era para salvarla del baile.
Comenzó a sentirse mareada pidió a Sant que la llevara al jardín, sus manos temblaban y transpiraban mucho, a lo lejos empezaron a escucharse unos aullidos que hacían que se pusiera más nerviosa. Decidió a caminar junto a él, como para calmarse, sentía como sus piernas parecían no responderle al igual que su mente hasta que terminó por desmayarse.

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